Programas Aletheia de desarrollo de la inteligencia


Nunca antes tanta información estuvo tan fácilmente al alcance de tantos. Casi no hay libro o artículo o investigación que no sea rastreable en Internet. En pocos segundos una duda puede quedar despejada y una curiosidad satisfecha.
Ya no hace falta desplazarse hasta una biblioteca o una hemeroteca o un archivo o un museo para que la información requerida aparezca al instante en la pantalla desde la que se efectúa la consulta.
Tampoco ya hace falta abrir muchos libros y tenerlos a retortero sobre la mesa para estudiar un tema; basta abrir un potente buscador y navegar por la Red, yendo de una website a otra, hasta dar finalmente con la clave de la cuestión.
En muy poco tiempo este prodigioso entorno digital ha provocado cambios decisivos en la sociedad.
Pero, seguramente, tales cambios, por grandes que ahora parezcan, solo sean un pálido anticipo de los muchos que aún están por llegar y de las muy influyentes consecuencias que estos tendrán en la manera de vivir y de pensar de la gente.
Por lo que respecta a la educación, hoy en día se ha hecho harto ridículo que en la sociedad de la información y del conocimiento a menudo siga imperando un modelo de enseñanza y de aprendizaje que, aunque cada vez más aderezado por las nuevas tecnologías, en su interior continúe más preocupado de "almacenar" en las cabezas de los alumnos ingentes cantidades de información, que de desarrollar al máximo aquellas competencias y habilidades que previsiblemente les serán indispensables el día de mañana para vivir en esa continua reinvención personal y profesional que el porvenir les exigirá.
La aparición de la escritura fue una grandiosa revolución que liberó al hombre de la “maldición de la memoria”.
De hecho, antes de que la memoria dejara de ser el principal "lugar" en donde el conocimiento pudiera alojarse, olvidar era sinónimo casi siempre de desaprender.
No obstante, solo después de la invención de la imprenta la información (no depositada en la memoria) empezaría a dejar de ser, muy lentamente, un artículo de lujo disponible solo para minorías selectas.
Pero la "Galaxia Gutenberg" ha muerto. Por tanto, sería un enorme anacronismo, además de una grave irresponsabilidad, consentir que alumnos que han nacido en a la "Era Digital" y que en ella habrán de hacer sus vidas, sean escolarmente criados en un medio disimuladamente "decimonónico" y "enciclopedista".
En primera instancia, quizás lo más grueso del asunto no radique tanto en el recurrente y fácil empleo por parte del alumno de la “máquina” en el proceso de aprendizaje y de enseñanza; cuanto en la necesaria revisión de algunos aspectos de la mentalidad educativa de los docentes, de los alumnos y de los padres de estos.
Lo contrario bien pudiera desembocar, como a veces se intuye que ocurre, en un uso "torticero" de las nuevas tecnologías, a cargo de docentes y de padres que en el fondo siguen haciendo consistir la enseñanza y el aprendizaje, más que en ninguna otra cosa, en el acopio de información, como cuando esta era un bien escaso, solo que ahora vistosamente engalanada con el repertorio didáctico que le ofrecen las nuevas tecnologías.
El resultado son escuelas de ayer repintadas con los barnices informáticos de hoy. Pero no escuelas de hoy tratando de anticipar el mañana. En definitiva, escuelas que, a pesar del uso de estas tecnologías, siguen pedagógicamente apoltronadas en la "Galaxia Gutenberg".
Por eso, lo principal no es la inclusión, sin más, de las nuevas tecnologías en la escuela, aun siendo esto algo que, sin duda, hay que acometer a la mayor brevedad; sino la inteligente reutilización de tantas energías como docentes y alumnos (con la anuencia de los padres) aún dedican a la exposición en el aula y al estudio en casa de datos, como si estos todavía “vivieran” exclusivamente en las “estrecheces” del papel, olvidándose de que también, y sobre todo, "viven" en la inusitada ubicuidad de la Red.
El tránsito de lo analógico a lo digital, el paso de la "Galaxia Gutenberg" a la "Era Digital", quizás sea una revolución parangonable a la que en su día fue la invención de la escritura y el paso de la tradición oral a la escrita.
Como todos los grandes cambios, aquel no se produjo sin causar cierta desazón. Por ejemplo, se cuenta que el gran Platón al principio, quizás influido por su maestro Sócrates, que nada escribió, sintió recelo hacia la escritura.
Quizás se temiera que el conocimiento, pudiéndose ya olvidar sin que esto significara el irreparable retorno a la ignorancia, quedara menos interiorizado, menos “metabolizado”, y fuera menos propio de su poseedor y resultara menos íntimamente influyente en él, en su manera de pensar y de vivir, que cuando no había más remedio que tenerlo siempre a mano, siempre vivo en la memoria.
Salvadas las distancias, inquietudes semejantes a aquellas son las que quizás se puedan adivinar en los docentes y en los padres que más se resisten, no a facilitar el uso de la "máquina" a sus alumnos y a sus hijos, que tan acostumbrados están a "jugar" con ellas, sino a variar en su “enciclopédica” mentalidad educativa.
En el albor de la “Era Digital” enseñar implica dejar de ser un maestro "tusitala" y en cambio ser un maestro practicante de la "mayéutica"; esto es, dejar de ser un "reproductor" de información y en cambio ser un inteligente e incansable formulador de preguntas que desaten la curiosidad del alumno y lo ponga en disposición de búsqueda.
En el albor de la “Era Digital” enseñar implica dejar de ser un maestro que induce al alumno a edificar en su cabeza un “catedralicio archivo de información”, que en el corto plazo siempre se habrá quedado desfasado, y en cambio ser un maestro que induce al alumno a trazar en su cabeza "mapas cognitivos" que les permita orientarse con inteligencia y con sentido de la realidad en el océano de la ingente información. En la sobreabundancia de información ¡es tan fácil naufragar!
En el albor de la “Era Digital” enseñar implica dejar de ser un maestro que por su manejo de la información en el aula favorece que el alumno sea más un "diógenes" del saber que un "atleta" del aprender al que se le hizo ver en cada dato el empiece de otro conocimiento trabado con uno anterior y con otro posterior, en suma, un reto a su inteligencia, que se distingue más por descubrir y relacionar que por almacenar.
Y todo esto, claro está, en el albor de la "Era Digital", empleando las nuevas tecnologías con la misma naturalidad con la que todavía se emplea el "papel" y el "lápiz"; pero sin desproveerla, según lo dicho, de la mentalidad pedagógica que estas comportan.
Se dice que asistimos a la “segunda revolución de las máquinas” y que, si la primera, gracias al motor, multiplicó la capacidad física del hombre, haciéndolo fabrilmente más productivo, esta segunda revolución, gracias al ordenador y a su entorno digital, o multiplicará su capacidad intelectual o la anulará...
Lo cierto es que los alumnos de hoy habitarán mañana en un mundo en el que la vida les irá mejor a los que hayan desarrollado:
Una inteligencia altamente creativa e innovadora, a los que sean capaces de desempeñar un trabajo difícilmente subsumible y asumible por el autómata quehacer de las "máquinas", las cuales, por otra parte, cada vez son menos autómatas y más creativas.
A los que hayan desarrollado la capacidad de vivir con naturalidad en una situación personal y profesional de cambio continuo, como único antídoto a la obsolescencia.
A los que hayan desarrollado la capacidad de expresarse perfectamente en el lenguaje verbal, a pesar de haber crecido en un medio abrumadoramente audiovisual, al menos en dos de los idiomas más hablados en un mundo irreversiblemente global, no porque esta globalidad sea un diseño premeditado como parte del futuro escenario mundial, sino porque seguirá siendo la consecuencia de la tecnología, que se antoja todavía en pañales.
A los que hayan desarrollado la capacidad de ver el revés de la realidad, la habilidad de levantar los "faldones" a las creencias común e incuestionablemente aceptadas por todos, para no perder así el sentido de la propia singularidad, del irrepetible proyecto personal que cada uno es para sí mismo, para no verse llevado arrostrado por la inercia de la vida a donde en principio, cuando se soñó a sí mismo, se prometió que nunca iría a parar...

Hasta aquí, querido padre de alumno, está dicho, en apretado apunte, el motivo inspirador del Programa Aletheia en el que sus hijos están educativamente creciendo en el Colegio Internacional Europa. Una vez leído, ustedes entienden mejor nuestra manera de enseñar Maths y Desarrollo de la Inteligencia, Science y World, Lengua Española e Inglés...
Si en algún momento hay que hacer un esfuerzo, siempre compartido, ya saben que merece la pena.

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