Con ocasión de la enseñanza primaria o media,
una educación de excelencia.
La «clave» reside en la apuesta (decidida y constante a lo largo de muchos años) por una educación integral y profunda en los valores culturales de Occidente y en la idea, simultánea, que tal educación y cultura no pueden concebirse si no es incluyendo a la Música como elemento esencial e imprescindible de ambas.
En nuestro Colegio, apenas se forman futuros músicos profesionales. En cambio, algunos de los médicos, profesores, ingenieros, empresarios o científicos que protagonizarán la sociedad del futuro inmediato se caracterizarán -además de por haber alcanzado la competencia profesional elegida- por proceder del esfuerzo de una auténtica formación integral, de la que forma parte la experiencia de la música, vivida «desde dentro».
Todo el mundo dice amar la verdadera cultura y el arte. Resultan misteriosamente inexplicables, en ese sentido, los elevados índices de audiencia de los programas televisivos considerados, en cambio, por «todo el mundo» como cultural y moralmente detestables. Los bajos índices reales de lectura, las escuálidas ventas de discos de música clásica son, por tanto, inexplicables. No hay institución educativa que no afirme que la educación musical se sitúa en prevalente lugar dentro de su programa educativo. Lo paradójico, una vez más, es que una verdadera educación musical dentro del horario reglado de los alumnos de Primaria y Secundaria es, prácticamente, excepcional, que la Música suele ser considerada una actividad extraescolar, lúdica y accesoria, que la música producida en y por los colegios resulta musicalmente paupérrima y que, además, todo ello se considera «normal», lo que cabe esperar.
En este, como en otros campos, hemos procurado convertir en norma de vida el hecho de creer auténticamente en aquello que decimos. Desde hace veinticinco años, situamos las clases de música dentro del horario normal y obligatorio, en pie de igualdad con las demás asignaturas y sus evaluaciones, pusimos al frente de cada grupo un profesor que fuese, además, músico y dotamos las aulas con un instrumento musical por cada alumno. Lo peor fue el coste de incomprensión asociado a cada paso, pero con modestia y constancia conseguimos poner al alcance de la voluntad d todos los alumnos una verdadera opción de excelencia. Algunos, cada vez más, supieron aprovecharla: Hay ya varias agrupaciones musicales que hacen buena música y que disfrutan haciéndolo. Han cantado en lugares de larga y exigente tradición musical. Hay cerca de cien alumnos que es capaz de tocar un piano de cola en público y que ha interiorizado su propio progreso al piano como una de sus proyectos personales y en la memoria de sí mismo que constituirá su verdadero currículum. Es esa la clave y consiste en que no hay misterio. Consiste sólo en poner al alcance de todos una oferta efectiva conforme a l Ideario en que se cree, y en que algunos alumnos y sus padres la adopten como propia.
Cada concierto, en ese sentido, constituye una forma de homenaje al empeño de tantos jóvenes por su propia excelencia educativa y por aceptar asumir las posibilidades que su Colegio les ofrece: Nadie -naturalmente- les obliga a ello, siguen simultáneamente un programa de estudios especialmente intenso y ni siquiera su dedicación al instrumento o al coro contribuye a la ansiada nota media del expediente.
Y es también un homenaje a sus padres, que escogieron para sus hijos una determinada concepción de la educación. Y, muy especialmente, a los profesores del Departamento de Música, que han identificado con el éxito del proyecto educativo que constituye cada uno de sus alumnos, el de su propia biografía personal.