D. Antonio J. Pinto Aranda
Director del Coro Brahms
Nació en Sevilla el 21 de noviembre de 1975. A los 11 años empezó sus estudios de guitarra pero finalmente se decidió por cursar piano en el conservatorio.
Completó su formación en la Universidad de Sevilla terminado Magisterio especialidad en Educación musical en el año 2001 y al año siguiente pasó a formar parte de nuestro Colegio.
Ha impartido clases durante muchos años en Primaria, asumiendo la dirección de los coros Palestrina y Mozart.
Nunca deja de estudiar y el último de sus cursos fue el de Dirección Coral por la Universidad Carlos III de Madrid durante el curso 2015-2016, que le proporcionó una formación y experiencia extraordinarias para su labor al frente del coro Brahms.
¿Qué ha supuesto para ti como músico y personalmente asumir la dirección del coro Brahms?
Musicalmente hablando ha sido la experiencia más enriquecedora que he tenido nunca: dirigir un coro polifónico como éste, que ha sabido arrancar los aplausos en Alemania, Austria, Roma y, cómo no, en nuestra propia ciudad de Sevilla. Ha supuesto un reto que, al principio, cuando menos asustaba, pero que poco a poco ha llenado cada día mi labor profesional de éxitos y de una inmensa alegría. Se trata de un coro muy especial; desde que entré en el Colegio he cantado en él, las relaciones que se establecen entre cada uno de sus miembros son algo increíble... Sus miembros me aportan mucho más que yo a ellos, sin duda. Son unos chicos excepcionales. Y sin el equipo de profesores que pertenece al coro, jamás hubiera sido posible llevar a cabo este proyecto.
En el coro Brahms hay alumnos desde E1 hasta B2, incluidos profesores, que se quedan cada martes, después de una jornada escolar dura, para hacer lo que más les llena en la vida: cantar, y cantar bien. Cada uno de ellos son piezas insustituibles en el conjunto que creamos, así se lo hago saber martes tras martes, de eso es de lo que trato que tomen conciencia.
¿Cuáles crees que son los puntos fuertes del coro?
Bajo mi punto de vista el coro tiene varios puntos fuertes.
El primero es su sonido, es un coro muy grande y eso le da muchísima potencia y volumen, es una potencia que a pocos coros 'escolares' he escuchado.
Segundo es el control que tienen de esa potencia, son capaces de pasar de un fortísimo en el final de Carry the light a un pianísimo en mitad del Ave Verum. Este contraste y potencia se aprecia muy bien cada vez que cantamos, y es cierto que cada vez lo controlan mejor, lo cual brinda una producción musical a un nivel de profesionalidad muy alto.
Tercero, los ataques. Me encanta como el coro arranca cada tema, sus ataques son dulces, consiguen pasar del silencio al sonido con una dulzura no propia de un coro de niños.
Y por último, la afinación. El nivel que están consiguiendo en afinación es cada vez más alto, cada vez saben más y mejor cómo cantar cada nota, van tomando conciencia de cómo mejorar cada dí su calidad musical. Eso define su grandísima capacidad de aprendizaje.
¿Qué aportaciones personales has hecho al coro este año?
Yo pienso que desde la dirección uno impregna al coro de su carácter, de su manera de entender una u otra pieza. El trabajo diario con los chicos hace que esa comunicación no verbal fluya cada día más y cuando estás dirigiendo intentas que suene tal y como sonaba en tu cabeza minutos atrás, antes de interpretarla. La elección de un tempo o de otro, los cambios en la dinámica, las respiraciones, los arreglos propios de alguna obra, todo ello va marcando la forma de interpretación de los miembros del coro y poco a poco vas consiguiendo un sonido más a tu gusto, como decía antes: a tu manera de entender la música.
¿Algún momento especialmente emotivo?
¡¡Muchos!! Desde el momento en el que la música empieza a sonar, todos los momentos son emotivos. Este año hemos tenido la suerte de cantar en dos hogares de ancianos, y ver a los chicos regalar su música a colectivos desfavorecidos o personas en situación de dolor es algo que me hace reafirmar mi condición de profesor y que me dice que algo estamos haciendo bien.
La participación en las Comuniones de nuestro Colegio también supone momentos únicos, desde nuestra presentación en el Altar mayor hasta nuestro último canto de salida.
Nuestro concierto de Navidad en el Salvador también fue un momento único, mi estreno, en ese marco, ante ese público... ¿Qué puedo decir de eso? Las caras de los chicos en cada uno de los temas que interpretábamos, los profesores que decidieron seguir acompañarnos en esta nueva andadura del coro Brahms bajo mi dirección, la participación de antiguos alumnos que han compartido conmigo tantos momentos desde el otro lado del atril, imagínate... Aunque si te soy sincero, me quedo con uno:
En el Salvador nuestro primer tema era Adeste Fideles y la introducción la hacía mi hija
con el violín. Ese momento, justo ese momento de mirar hacia adelante, ver al coro con todas sus
miradas puestas en mí, mis padres y mi mujer y mis otros dos hijos sentados justo detrás de mí y mi hija con el arco apoyado en las cuerdas justo antes de mi gesto de entrada es un momento que no puedo recordar sin que, todavía, se me llenen de lágrimas los ojos.
¿Una pieza especialmente emotiva?
La verdad es que esdifícil elegir una entre todas las que forman nuestro repertorio; todas son especiales en algún momento, pero si hay alguna que muy especialmente me emocione al dirigirla, me quedaría con dos, nuestro Coral nº 8 de Bach -y digo nuestro porque yo creo que ya es más nuestro que del propio Bach, con permiso del Maestro- y nuestro Ave Verum de Mozart.
Ambas suelen coronar nuestros conciertos y tienen un papel muy destacado en nuestras Comuniones. ¡Se puede decir que con ellas aprendí a cantar!
¿Y el peor momento?
No tengo duda. Cuando salimos en el Salvador, se coloca el coro, salgo yo, la iglesia retumba en aplausos, y Alejandro me mira y me dice que el piano no tenía corriente.
Puedes imaginar mi cara: no sabía dónde mirar, es cierto que conservé la calma y me lo tomé un poco a broma, de hecho muy poca gente se dio cuenta. Busqué al personal de mantenimiento y entonces descubrieron que, al apagar las luces de la iglesia, habían bajado también el interruptor de corriente de la zona del piano. Lo subieron, volví a salir y arrancamos el concierto. Fueron 2 o 3 minutos, pero ¡qué minutos!
¿Nos desvelas algo de lo que escucharemos el año que viene?
La verdad es que por motivos de tiempo se han quedado algunas piezas a la espera este año. En cuanto a pop, creo que debemos homenajear alguna vez a los Beatles y, de mis años con los coros más pequeños me ha quedado esa pasión incontroloda por todo lo de Disney.
También estoy muy interesado en la música de Bach, especialmente en todos sus corales. Me
encantaría ir introduciendo piezas a capella del repertorio renacentista y por último, me ha sorprendido la interpretación de un villancico en el concierto de Navidad tan nuestro como el Hacia Belén va una burra, sentí que el coro se sentía en casa, que estaban cantando como yo lo hacía cada año en casa de mis abuelos. Creo que es momento de pensar en nuestro repertorio navideño, en ese que hemos cantado tú, yo y la mayoría de nuestro público cada año en Nochebuena, sacarlo del baúl, desempolvarlo, embellecerlo y, cómo no, cantarlo a cuatro voces en ese momento tan entrañable que es la Navidad.
¡Muchas gracias por compartir tu experiencia, Antonio!
Bueno Pedro, éste es nuestro coro. Muchas gracias por brindarme esta oportunidad, espero que estés con nosotros muchos años cantando y disfrutando. Por último tengo que dar las gracias a mi Departamento de Música, muy especialmente a Ana Patricia, que siempre creyó en mí, incluso antes que yo. Sin ellos nada sería posible.
Sobre estas líneas, D. Antonio Pinto junto a profesores del coro Brahms