No hay objetivo educativo que pueda lograrse, en profundidad, si no pasa por el refuerzo y la gratificación afectiva asociados a cada logro.
A ello obedecen, de una parte, la cantidad de recursos (ver, tocar, experimentar, investigar) puestos al servicio del programa en cada aula, la especialización de cada aula en áreas específicas (laboratorios, Música, informática, Historia del Arte, etc.), la diversidad de actividades programadas fuera del aula, “sobre el terreno”, en el entorno urbano o en el campo, excursiones, etc. Aprender a disfrutar, a sentirse cómodo y “natural” con lo que una primera vez resultó artificioso. Lo natural es lo “excelente” dentro de las posibilidades éticas, intelectuales y estéticas del ser humano.
Este principio pedagógico (la conquista de la afición, enseñar a disfrutar con lo excelente), junto a la amplitud de los espacios de juego y la estrecha, familiar, casi paterno-filial convivencia con los tutores y profesores (posibilitada por la reducida proporción de alumnos) hacen del nuestro un Colegio alegre.