Alumnos y familias


Acerca de la colaboración que esperamos de los padres

Nuestro Colegio cuenta con la experiencia de numerosas generaciones de universitarios, graduaciones de nuevos Bachilleres... Hay antiguos alumnos en los más diversos lugares del mundo. Algunos también, padres de alumnos y/o profesores de nuestro Colegio.

Todos ellos, distintos, en sus circunstancias personales y en su trayectoria vital. El éxito, el auténtico éxito, tiene también modalidades muy diversas.
Hay, sin embargo, un rasgo común entre aquellos que consiguieron el logro de pilotar sus propias vidas, fieles a sus esencias más profundas, en las circunstancias de país o de profesión más diversas: consiste en la identificación que se produjo, durante sus años de formación entre nosotros, entre la familia y el equipo de profesionales que sus padres habían elegido como «su colegio», el «colegio para ellos».
De eso se trata: Tenemos entre manos -ustedes y nosotros- un «asunto» de tal importancia y tan irreversible, que no hay lugar para errores ni para distraernos en otra cosa. Procuremos formar equipo juntos, a uno y otro lado de la mesa, teniendo el objetivo muy claro y sin interferirnos los unos en la esfera de responsabilidad de los otros. La nuestra consiste en llevar a la práctica el Ideario educativo que nos caracteriza. La tarea específicamente familiar consiste en alentar afectivamente cada objetivo que se propone, ya sea una nueva capacidad de expresarse en inglés (por difícil que haya resultado) o de Matemáticas, vivir (en casa) como realmente interesante cada nueva lectura, cada nueva clase, formar equipo (sin fisuras) con el Colegio previamente elegido para educar a los hijos, ayudar a hacer asimilar en el alumno que el esfuerzo de aprender (y de aprender a ser) no constituye un esfuerzo ajeno a la vida y a la vida interesante, divertida, colaborar en la tarea de no identificar siempre las actividades en las que no se aprende con la vida más ideal o más propia de la edad o más interesante y divertida.
Ustedes, como padres, han tenido el privilegio de elegir en libertad el Colegio y modelo educativo que querían para sus hijos. Con frecuencia (en la función de padres de cada niño siempre se camina sobre terreno diferente e inexplorado) se asume el error de acercarse al colegio de los hijos con la actitud de un cliente a una empresa de servicios de prestigio. 
A veces, a lo largo de nuestra tarea, no estaremos de acuerdo en algo. Procure -en primera instancia- que esa discrepancia no llegue al alumno. Si llega a ser así, entendámonos en nuestras respectivas razones en el despacho y sin fisuras de criterio ante el alumno. Confiemos en las razones de ambas perspectivas (a veces no visibles a simple vista) sin invadir ni dejar de respetar los ámbitos de responsabilidad de cada uno. En cuanto a ideas y principios nos encontrará firmes. Nuestro mayor deseo será el de haber sido entendidos (aun en el caso de que no terminen eliminarse nuestras diferencias). En cambio, estaremos siempre dispuestos a corregir cualquier aspecto que favorezca la práctica de esas ideas, que son para nosotros, razón de ser.

Los múltiples colegios responden a una enorme variedad de modelos de intención. Colegios, todos ellos perfectamente lícitos. En algunos el modelo de intención que les justifica incluye la predicación de una determinada fe religiosa. Otros, dentro de esa misma licitud de modelos, han partido de la idea de ofrecer a la sociedad una buena empresa de servicios especializada y -como tal empresa- tratan de amoldar su oferta a las demandas de sus clientes: «El cliente siempre tiene razón».
El nuestro partió, en cambio, de la iniciativa de unos padres que, tras una extensa experiencia internacional (el que será escenario de la vida de nuestros alumnos) decidieron poner al alcance de sus hijos y de los hijos de otros la mejor educación que estuviese a su alcance, la más alta utopía que fuesen capaces de formular. En materia de educación para los hijos lo mejor a nuestro alcance se convierte en imprescindible.
A estas alturas, estamos seguros de tener -a ambos lados de la mesa- muchas cosas, ideas y sueños en común.
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